EL OFICIO DE FUNAMBULISTA

Funambulista: Acróbata que sabe actuar con habilidad y mantiene su cuerpo sin caerse pese a tener poca base de sustentación.

-“Señores, la suelta ha terminado”

La voz del árbitro suena clara y determinante. El escenario es de mucho nerviosismo porque en la copa de un árbol han quedado muchos palomos. Se ha hecho de noche y medio centenar de personas aguardan recoger sus palomos que han quedado atrapados entre las ramas. Y ahí aparece el acróbata de turno, el colega palomista dispuesto a trepar, con la ayuda de algún compañero que lo sostiene o a través de una escalera larga que trae alguien de la organización, y cuya misión es bajar todos los ejemplares que posan en lo alto.

-“Señores, la suelta ha terminado”

Santa Pola tiene un historial fantástico de estas personas que han contribuido a la logística de cualquier concurso con su tarea silenciosa y desinteresada, como lo es la de entregar a cada deportista sus joyas más queridas, sus palomos. Cuando la suelta finaliza todo el mundo quiere regresar pronto a casa, porque tiene una cena con amigos, porque le prometió a su familia ir al cine, porque tiene que recorrer varios kilómetros hasta su domicilio, llegar tarde, cenar frugalmente y al otro día madrugar por un compromiso, etc. Todo el mundo tiene prisa, pero todos dependen de ese equilibrista que comienza su tarea cuando finaliza el espectáculo.

-“Señores, la suelta ha terminado”

El Club Virgen del Mar de Palomos Deportivos de Santa Pola tiene muchos de estos héroes desinteresados, a los que hemos puesto nombre y apellido. Más de un palomista le agradecerá de por vida haberle restituido su ejemplar tras una suelta en la villa marinera. Puedo citar por ejemplo a El Titi, El Taoja, Vicente, Jaimito, Luis, Manolet, Pitusín y Andrés. Por rescatarlos de forma cronológica diremos que el primero que se encargó de estas tareas fue Alejandro Amador “El Titi”, apasionado de los palomos deportivos y un servidor eficaz del palomista. Luego continuó Miguel Miralles Rubio “El Taoja”, con sus 42 años de antigüedad en este mundillo y siempre dispuesto a subir a los árboles, a veces hasta la madrugada y con la tenue luz de una linterna. Los árboles tienen sus leyes para abordarlos, no es lo mismo subir a una palmera que a un eucalitpto, a un pino o a un ficu.

-“Señores, la suelta ha terminado”

También ha habido momentos de incertidumbre y dolor como la vez que trepó a un pino del Parque de Catarra Vicente Fuentes, socio de la Peña Qatar con Damián Martínez Martínez. Era la primera vez que subía, con tan mala suerte que resbaló y cayó de una altura de más de 4-5 metros. El accidente se saldó con magulladuras y dolores en el cuerpo, pero pudo haber sido trágico.

-“Señores, la suelta ha terminado”

Después llegaron Jaime “Jaimito” para todos, un joven que pasaba de un árbol a otro con la increíble agilidad de un gato, Luis Piedecausa Chacopino (Peña Los Trimutaos) y Manuel Más López (Peña Avanti), los tres excepcionales trepadores y siempre satisfechos de la labor cumplida para con sus colegas de cualquier sitio o región.

 -“Señores, la suelta ha terminado”

Quien también acumula muchos años en el oficio de trepar árboles es Miguel Martínez Piedecausa “Pitusín”, quien expresa:

-El gran problema de los palomos que se quedan en los árboles es que durante la noche bajan a la luz de una farola y son devorados por zorros, halcones o águilas.

-Antiguamente se dejaban los palomos en las palmeras, pinos, etc. y ellos regresaban a sus palomares.

-Nosotros nos jugamos la vida por los demás. Técnicamente la primera medida es la seguridad, comprobar la resistencia de las ramas, ver si aguantan tu propio peso y trepar con mucho cuidado.

-Los árboles más difíciles de trepar son el ficu grande porque tiene ramas muy largas y escurridizas y el eucalipto porque tiene ramas grandes y gruesas, el mismo tipo de corteza que el ficu.

-Siempre hay que llevar los enseres adecuados: cuerdas, saco de esparto y –sobre todo- …..estar un poco loco!.

-Lo que más pedimos quienes subimos a los árboles es que los palomistas se queden hasta que se entrega el último palomo o paloma. Es desolador bajar y encontrarte solo, todos se han marchado y tú tienes que volver al club a dejar elementos y llegar a tu casa totalmente cansado por tanto esfuerzo. Lo hacemos de corazón, sin pedir nada a cambio y es agradable que reconozcan nuestra faena.

-“Señores, la suelta ha terminado”

Y para concluir esta historia rescato las vivencias de Andrés Esclapez. “Hace 30-40 años, cuando era joven, subía bastante a los árboles, eso sí, con mucho miedo y temor. Los metía en los bolsillos y chaqueta y los bajaba, entonces no teníamos sogas ni saco de esparto.”

“Subir se sube muy bien, lo peor es la bajada porque hay ramas que ceden o se enganchan con otras y se pierde la noción del espacio”

“Para mí la palmera es el árbol más difícil, utilizaba un cortapalmeras o corvellón e iba abriendo camino hasta llegar a lo alto”

“Tuve un compañero que era un artista con el corvellón ya que mientras subía pelaba y limpiaba rama por rama de pinchos y así llegaba a donde estaban los palomos”

-“Señores, la suelta ha terminado”

Luis Piedecausa (Peña Los Trimutos) completa la idea de estos personajes vitales: “He visto subir a todos los de pueblo pero el mejor es Miguel El Taoja, tiene algo fundamental, siempre se asegura centímetro a centímetro durante la escalada y la bajada”.

“Creo que el buen escalador tiene que tener valentía y mucha fuerza en los brazos”

“El árbol más difícil de subir es el eucalipto, sus ramas son muy pobres y se rompen con facilidad”

“Cuando uno es joven comete verdaderas locuras, no mide bien el peligro y he hecho acciones que con el paso de los años las considero casi suicidas”

“Aún hoy cuando veo una persona bajar con los palomos entre sus ropas o en un saco de esparto siento vértigo”

-“SEÑORES, LA SUELTA HA TERMINADO”